Auto eléctrico : Última oportunidad.
El motor más popular del Siglo XX –el motor de combustión interna- es un invento bastante posterior al motor eléctrico, cuya creación data de 1831 y debemos a Michael Faraday . Hasta cincuenta años después no aparecería su primer competidor, el motor de combustión . El motor eléctrico presentaba grandes ventajas: no contaminante , silencioso, técnicamente sencillo y, por lo tanto, muy fiable, pero resultó lastrado desde el principio en su desarrollo por esa especie de “cordón umbilical” que lo ataba a su fuente de energía. El siguiente motor era ruidoso, contaminante , técnicamente complejo , más sujeto a fallos , pero con la autonomía necesaria para desplazar autos por las más intrincadas carreteras , aviones por el inmenso cielo, trenes sobre interminables railes que atravesaban continentes y , en fin, barcos navegando por mares de todo el mundo. En aras de la movilidad, el patito feo se convirtió, pues, en un bello cisne, marginando al eléctrico durante más de un siglo, con la inestimable ayuda del petróleo barato que inundaba los mercados mundiales.
Así empezaba , hace algo más de una década, el artículo de una revista española preocupada por el medio ambiente , al calor de –uno más- de esos episodios espasmódicos de Ecologismo que suelen atacar periódicamente a los políticos mundiales. Se pensó , no obstante, que la producción masiva del coche eléctrico esta vez iba a ser una realidad, y que se pondrían, sin ninguna duda, “millones de unidades en el mercado”entre 2010 y 2020. La promesa de acabar con el dominio del petróleo parecía , pues, clara y decidida.
Es al final de dicho período que ha surgido un nuevo espasmo ecologista, al constatar los principales países del mundo el creciente peligro del “cambio climático” y lo poco que se ha hecho en esta pasada década por desarrollar , a pesar de las promesas políticas, el coche eléctrico y las energías alternativas en general. Pero pensamos, no obstante, que los políticos esta vez van –con las debidas cautelas- en serio; y todo ello a tenor de dos circunstancias : 1) la UE ha desarrollado un sistema de precios para la energía, que las encarece artificialmente todas, pero especialmente las más contaminantes – petróleo y carbón- , sujetas a gravámenes especiales ¿el propósito? : disuadir de la utilización de combustibles fósiles , mientras se espera movilizar inversiones multimillonarias en energías alternativas, impulsadas por los altos precios y rendimientos previstos ; y 2) todas las marcas de automóviles se han apresurado a introducir en sus catálogos una gran variedad de coches eléctricos en sus tres principales configuraciones : híbridos, híbridos-enchufables y eléctricos puros, siendo estos últimos la “nueva estrella” de cada gama, de la que deberán salir progresivamente turismos , deportivos, 4X4 ,monovolúmenes, furgonetas, etc.
¿Estamos en vías de un nuevo fracaso ?
Demostrando una vez más el principio de que, para llegar a ministro o gobernante de una gran potencia, no hay que ser ningún genio, la primera consecuencia del nuevo sistema de precios de la energía ha sido producir una inflación sin precedentes en 30 años. Por si esto no fuera suficientemente grave, al tomar la UE como referencia del sistema, el precio del gas, Occidente ha regalado una gran baza estratégica a países como la Rusia de Putin ( poseedor de grandes reservas de gas ) quien -como parte decisiva del oligopolio energético mundial- puede hacer “comer en su mano” a toda Europa, con una simple amenaza de cierre del grifo, lo cual pondría patas arriba todo el nuevo sistema de precios de la energía.
En lo que se refiere al automóvil eléctrico, se adivinan también errores de bulto , en la medida que no parece haber otro plan que el voluntarismo de combatir –produciendo baterías más eficientes- los dos principales cuellos de botella del mercado del coche eléctrico; a saber: los tiempos de recarga y la autonomía de los vehículos . Pero las autoridades lo dejan todo, como de costumbre, a la inventiva y capacidad demostrada de las multinacionales que controlan este sector , sin un mínimo plan internacional de desarrollo y cooperación. Los gobiernos se han limitado a poner en pista la liebre del gran negocio futuro y –como era previsible- las empresas corren como galgos en busca de lo que consideran va a representar la principal ocupación de sus fábricas en los próximos años, sin ponerse a pensar que , a lo mejor, la liebre es un señuelo y nadie va a poder sacar fruto de esta frenética carrera. Mientras, el precio de la electricidad se dispara hasta records históricos, lo que supone un mal comienzo–y peor presagio- para esta nueva etapa tecnológica del automóvil.
Recordando el último fiasco económico derivado de un cambio tecnológico.
Esta historia del automóvil eléctrico trae inevitablemente a nuestra memoria lo ocurrido con motivo de la llegada de Internet y la loca estampida de los editores de todo el mundo por llegar primeros en la carrera por el progreso digital. Al grito de “obsoleto el último” se generó una pugna por ver quién ofrecía el mejor diario gratuito en Internet , sufragado al principio –claro está- con lo que estimaban “ingresos inamovibles” de sus ediciones impresas. Pero de no ser por el factor hipnotizante de Internet , hasta el más ingenuo de los mortales se habría percatado que , aunque desde los tiempos del griego Protágoras, las cosas gratuitas de este mundo tenían peor imagen que las de pago, resultaría difícil convencer a alguien de seguir comprando un diario impreso a 1,00 euro si la nueva versión digital y mejorada del mismo costaba 0,00 euros, es decir “nada”. Consecuencia de esta idea delirante de los cultivados y poderosos editores, fue la pérdida de difusión de los medios impresos , seguida no tardando mucho por el equivalente descenso de los ingresos por publicidad. Al cabo de pocos años todos los principales grupos editoriales del mundo estaban en quiebra técnica , con unas ediciones impresas en declive y otras digitales que no terminaban de despegar. Se había consumado de esta manera el mayor suicidio colectivo que recuerda la historia de los negocios.
Una historia esta a tener en cuenta por las empresas que se lanzan a grandes aventuras tecnológicas sin sopesar adecuadamente las ventajas e inconvenientes de los nuevos escenarios . Porque el prurito de ser el primero siempre está ahí, y ocurre que , con las prisas impuesta por la competitividad extrema , se olvidan de los necesarios periodos de transición de una técnica a la siguiente, que deben evitar daños multilaterales. Así ocurre, por ejemplo, que ante el panorama negro que han pintado los políticos sobre el futuro del Diesel, los coches que usan este combustible han sufrido una importante caída de ventas , lo que recuerda al hundimiento de las ediciones impresas de los periódicos en Internet, antes de haber dado tiempo a reconvertir el negocio de manera próspera.
El economista austriaco Joseph Schumpeter (1883-1950) , experto en economía política, teórico del ciclo económico y de la innovación ,introdujo el concepto “destrucción creadora” , inspirado en la selección natural de Darwin, y lo describía como el motor principal del capitalismo, es decir, el proceso por el cual una innovación destruía capital y empleo en los sectores afectados por la nueva competencia , mientras que ,en contrapartida, creaba nueva riqueza superior a la destruida, lo cual era la base del constante auge del sistema de libre mercado a lo largo del tiempo. El problema de nuestro tiempo es, sin embargo, que los objetos y servicios obsoletos siguen desapareciendo de acuerdo a la ley de Schumpeter , pero algunas de las que vienen a sustituirlas , o son “gratuitas” o , simplemente, no funcionan , por lo que se rompe la cadena de progreso(lo que hace dudar a algunos sobre si el capitalismo no habrá llegado a su cénit y sólo le queda ya declinar).
Los inconvenientes a superar por el nuevo coche eléctrico.
Con el tema de los coches eléctricos “puros” puede pasar algo parecido a lo ocurrido con periódicos y revistas, si no se toman medidas correctoras cuando los fabricantes todavía están a tiempo de hacerlo. Porque , para empezar, el coche eléctrico tendrá –debido a su menor complejidad técnica- menor valor añadido que el auto convencional , lo que implica reducción de puestos de trabajo y más bajos beneficios. Además, la mejora de las baterías tiene sus limitaciones , especialmente en lo relativo a los tiempos de recarga , por lo que la gente acostumbrada a repostar en gasolineras en cuestión de minutos, no se va a conformar con una espera “mínima” de un cuarto de hora en la carga. Luego está la seguridad del desplazamiento :pensemos que si la capilarización enorme del mapa de gasolineras no impidió en el pasado que un tercio de los conductores veteranos se quedaran al menos una vez en su vida sin combustible en su coche ¿qué conductor va a salir tranquilo a la carretera con un coche eléctrico sin una cobertura adecuada de recargadores y sin otra alternativa que la grúa en el caso de quedarse sin energía? Porque no debemos olvidar que , hasta la fecha, los vehículos eléctricos puros son vendidos a propietarios de viviendas unifamiliares,con vistas a la circulación en ciudades, en trayectos cortos , así que hasta que el eléctrico no haya conquistado un tercio del tráfico de las carreteras, no podremos hablar de su mayoría de edad.
Estandarización de elementos logísticos.
Si los gobiernos no se ponen las pilas (nunca mejor dicho) va a ser difícil que en el medio plazo el coche eléctrico sustituya al convencional, en especial si los fabricantes siguen trabajando por libre. Se necesita, como queda apuntado, una distribución de puntos de recarga equivalente a la existente ahora para los combustibles fósiles, que confiera al cliente la adecuada seguridad de desplazamiento. Se precisa también estandarizar las baterías en varios tipos, dependiendo de la potencia de los vehículos a los que irán destinados, cualquiera que sea su marca, y –lo principal de todo- hay que configurar los centros de recarga como centrosde sustitución y recarga de baterías, con una estructura parecida a la de los actuales centros automáticos de lavado . Allí, con ayuda de la técnica robótica en cadena , a un coche se le podría extraer la batería casi agotada , sustituyéndola por otra completamente cargada, con autonomía mínima de 400 Kms. Todo esto debería ser realizado en 5 minutos, es decir, el tiempo aproximado que nos lleva hoy poner gasolina, y sin que el conductor abandone su vehículo. Para la recarga posterior de las baterías , estos Centros aprovecharían las tarifas horarias más económicas. Con un protocolo como el indicado ( o similar) estaría asegurado el triunfo del coche eléctrico en el medio plazo. Sin estos requisitos solamente sobrevivirá el híbrido que, no obstante , pasaría a ser una categoría de transición entre el motor de combustión interna y el futuro motor de hidrógeno .
Coordinarse, o fracasar.
Sin esta coordinación entre fabricantes y gobiernos, el plan de sustitución de motorización convencional por la eléctrica, está destinado, como decimos, a fracasar y con ello los planes de lucha contra el CO2. Pero incluso contando con esta colaboración, hay que evitar que algunos hagan trampas en el solitario , porque al calor de la promoción de los combustibles con bajos niveles de CO2. , ecologistas y partidos de izquierda intentan meter de tapadillo el desmantelamiento de las centrales nucleares , sustituyendo su energía por otras con mejor “imagen”, aunque sea a costa de menores ratios de rendimiento y de mayor inseguridad en la generación , derivada esta de la dependencia de factores naturales imprevisibles como el viento y el sol. Y cuando se les advierte de lo obvio – que la energía atómica es una energía limpia y segura – se refugian en argumentos tópicos ajenos al debate, como que “las centrales nucleares son caras” y “que no hay una solución segura para los residuos”. Y todo para no tener que admitir que lo que guía realmente sus planes es el miedo a un nuevo Chernóbil, olvidando que este suceso fue posible por la negligencia y deterioro de un régimen soviético que todavía desataba admiración entre los sectores “más progres” , cuando , paradójicamente, ya estaba en ruinas.
Alonso Cortés
25 de enero 2022.